Arte y forma: La bailarina Hope Boykin explora la libertad con los AirPods

Arte y forma: La bailarina Hope Boykin explora la libertad con los AirPods
En sus propias palabras, Hope Boykin se describe como creadora. Enseña, impulsa y motiva. Y también es amante de la tecnología.
Boykin se autoproclama como una de las primeras personas en adquirir nuestra tecnología. Se ríe de todo lo que ha hecho por siempre tener el último iPhone y de cómo anotó estratégicamente a otros miembros de la compañía de danza para que recogieran sus AirPods mientras viajaba durante 2016.
“Sabía que iban a transformar todo”, dice Boykin.
En un ensayo, sus compañeros le preguntaron si los recomendaba pues ya se volvió su asesora tecnológica personal. Boykin confía en sus AirPods incluso para desaparecer del mundo durante su terapia física y queda inmersa en su universo desde que se recuesta en la terapia hasta que toma el metro para regresar a casa. Hoy en día, los AirPods son los audífonos inalámbricos más populares del mundo. "Cuando voy en el tren y veo hacia la línea del metro, todos traen sus AirPods", menciona.
Boykin ha sido bailarina en el Alvin Ailey American Dance Theatre (AAADT) durante 19 años, ha estado en movimiento desde que tenía 3 años y baila profesionalmente desde hace 26 años.
"He montado coreografías desde que tenía 4 años, yo creo”, dice Boykin. "También me pidieron que montara la coreografía de “Willy Wonka y la fábrica de chocolate” cuando iba en cuarto año”.
El próximo mes, Boykin se reincorpora a AAADT después de una lesión en el tobillo que sufrió en diciembre del año pasado. Antes de volver al escenario, habrá montado las coreografías de varias obras en diversos mundos artísticos. Trabajó en teatro montando la coreografía del nuevo musical del Public Studio en Nueva York. Está trabajando con una estudiante de arte en The Ailey School, para montar su solo para un programa de beneficencia. Su proyecto más reciente: montar la coreografía para la interpretación de la cantante de soul Andra Day de su conmovedora canción “Rise Up” en la ceremonia de apertura de Hudson Yards el 15 de marzo de 2019. “Parece que cada vez que me lastimo, encuentro un nuevo medio para expresarme”, contó. “Simplemente me recuerda que no tengo límites”.
Cuando se le pidió a Boykin que montara la coreografía para la presentación en Hudson Yards, gracias a sus AirPods, podía quedarse inmersa en la música de Andra Day en todos lados, todo el tiempo. “No sé cuántas veces la escuché, pero fueron muchas”, menciona. “En el metro, saliendo de casa, llegando a casa. Cuando conoces cada [inhalación] que va a hacer, o [exhalación], puedes transmitir esto en el movimiento. Y así te dejas envolver por la música”.
“Puedo girar, saltar y brincar, y no se me caen. No hay ataduras, sigues siendo libre”.
En The Ailey School, Boykin disfruta la posibilidad de moverse libremente, flotar por el estudio y perderse en su propio mundo. “A veces siento que el diseño se hizo para mí”, dice. “Puedo girar, saltar y brincar, y no se me caen. No hay ataduras, sigues siendo libre”.
Boykin recuerda sus días con Philadanco en los años 90, cuando los bailarines se aprendían el repertorio al ver las presentaciones en VHS en una televisión. “Lo veías y le regresabas, y luego le regresabas tanto que arruinabas el casete y ya no podías seguir viéndolo”.
Desde entonces, Boykin ha adoptado todas las tecnologías que tiene disponibles. Desde una de las primeras videocámaras de casete hasta sus AirPods y la colección de iPhone que instala en el estudio junto con una cámara DJI Osmo para grabar sus ensayos desde todos los ángulos. Le apasiona el arte de la captura. Produjo su propio libro, "Moments", una colección de palabras, reflexiones e imágenes de sí misma. Tiene una serie de videos (grabados y editados por ella en Final Cut Pro) que usa para expresarse en su “tiempo libre”. Sus alumnos son su medio de expresión más reciente.
“Tengo mis AirPods para asegurarme de que mi trabajo suene como debe sonar”, dice Boykin. “No siempre les dejo escuchar en qué estamos trabajando. Esto deja a los bailarines con un sentimiento distinto. Así, no tratan de casarse con una sola línea, un acorde o una nota. Podría darles notas sobre cómo deben sentirse, antes de que escuchen la música”.
“Nos ayuda a estar en sintonía y a ser como un lienzo para ella”, dice Martina Viadana, una estudiante de The Ailey School y a la que Boykin se refiere como su “cuerpo” a la hora de articular su coreografía mientras ella se recupera por completo. “En ese sentido es como una pintora”.
Si bien la tecnología podría considerarse la antítesis de la danza, ha transformado la experiencia, ya que les brinda a los estudiantes la libertad de moverse y aprender a su manera, a su propio ritmo. A Boykin le ha brindado la libertad de crear, independientemente de su capacidad para moverse.
“La libertad implica muchas cosas”, dice Boykin. “Como artista, puedo fingir. Puedo sonreír con una lágrima cayendo o dar una presentación aún después de la muerte de mi padre, o sentirme frustrada y aún así tener algo que compartir, pero, a veces, también es bueno poder perderte en tus pensamientos”.
"Poder estar en una habitación con otras personas, tener mi teléfono en la bolsa y mis AirPods puestos y poder perderme en ese espacio, sin estar atada a un cable, sin estar atada a la opinión de alguien, sin estar atada a ser juzgada, sólo ser yo, ahí es cuando puedo ser tan libre como yo quiera” comentó.
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