Tener una cabeza grande disminuye estragos de demencia

(ANDINA). Tener una cabeza grande ayudaría a proteger de los estragos que causa la demencia, afirma una nueva investigación desarrollada en Alemania.

Un artículo publicado por BBC explica que investigadores de la universidad técnica de Munich, Alemania, creen que tener una cabeza grande significa contar con mejores reservas para amortiguar los daños que causa la muerte de células cerebrales vinculada a la demencia.

Los científicos, llevaron a cabo pruebas de memoria y capacidades cognitivas en pacientes con Alzheimer. Descubrieron que los individuos con cabezas mayores obtuvieron mejores resultados que los de cabezas más pequeñas.

La investigación, publicada en la revista Neurology, fue llevada a cabo con 270 pacientes en clínicas especializadas en trastornos de memoria en Estados Unidos, Canadá, Alemania y Grecia.

"Estos resultados apoyan la teoría de la reserva cerebral, la capacidad individual para resistir los cambios en el cerebro", afirma el doctor Robert Perneczky, quien dirigió el estudio.

"Nuestros resultados también ponen de manifiesto la importancia de un desarrollo óptimo cerebral en las primeras etapas de vida, ya que el cerebro alcanza 93 por ciento de su tamaño total a los 6 años de edad."

La reserva cerebral, explican los científicos, puede definirse como la capacidad de recuperación y resistencia -la plasticidad- del cerebro a los daños sufridos.

La teoría propone la existencia de un límite establecido que, una vez alcanzado, conduce inevitablemente a las manifestaciones clínicas de la demencia.

Los pacientes fueron sometidos a pruebas de memoria y habilidades cognitivas y a un escáner cerebral para evaluar el alcance de su enfermedad.

También se les midió el tamaño de la cabeza que se determinó por la medición de la circunferencia.

Los resultados mostraron un vínculo entre una cabeza grande y un mejor rendimiento en las pruebas, incluso cuando los pacientes tenían la misma cantidad de pérdida neuronal relacionada con el Alzheimer.

Específicamente, explican los científicos, a cada 1 por ciento de muerte neuronal se le asoció un centímetro adicional de tamaño de cabeza con 6 por ciento de mejores resultados en las pruebas de memoria.

Como explica el doctor Perneczky, aunque el tamaño del cerebro -y de la cabeza- está en gran parte determinado por la genética, los factores de estilo de vida pueden también tener un impacto.

La mala nutrición o las enfermedades en los primeros años de vida pueden atrofiar el crecimiento, por eso, dicen los científicos, los primeros años de desarrollo son críticos.

"Si mejoramos las condiciones prenatales y de las primeras etapas de vida aumentaríamos significativamente la reserva cerebral", dice el científico.

"Y esto tendría un impacto en el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer o en la reducción de la severidad de los síntomas del trastorno."

Pero como señala el doctor Simon Ridley, jefe de investigación de la organización Alzheimer's Research Trust: "Esta enfermedad es muy compleja, así que debemos ser cuidadosos y no centrarnos demasiado en un solo factor de riesgo, particularmente si no hay mucho que podamos hacer sobre el tamaño de nuestra cabeza."

Los investigadores también proponen la idea de que la nutrición, lesiones o infecciones en las primeras etapas de vida pueden tener un impacto en la reserva cerebral, y sugieren que debemos cuidar nuestro cerebro desde el primer día de vida.

El experto cree, sin embargo, que este es sólo un aspecto de la enfermedad.

"La investigación es la única respuesta a la demencia. Debemos invertir en la investigación ahora para poder obtener los tratamientos que necesitamos a fin de evitar una futura crisis de demencia."

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